Bebita
Nuev@ Applesan@
¿Por qué morís a los 27?
Amy Winehouse falleció a la misma edad que Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison… Es el número maldito del rock. Pero, ¿hay alguna razón para esta coincidencia?
Cuentan que un amigo graciosete de Pete Doherty le envió a éste un sms justo el 13 de marzo de 2007. Ese día, el tipo más destroyer del rock contemporáneo cumplía 28 años.
El mensaje decía algo así como:
La anécdota es de lo más macabra, pero no deja de constatar una realidad: que los 27 es la edad maldita del rock and roll. Es verdad, Elvis Presley se fue a los 42 años; el rocoso batería de Led Zeppelin, John Bonham, a los 32; el inigualable príncipe del soul, Otis Redding, a los (¡uy!) 26; nuestro Antonio Vega a los 51; y Keith Richards todavía está entre nosotros…
Todo eso es cierto, pero también que a los 27 nos dejaron grandes como Janis Joplin, Brian Jones, Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Jim Morrison… Amy Winehouse también eligió esa edad. ¿Casualidad?
En el verano de 2008, ya millonaria y en la cima de su carrera musical, el periodista de ROLLING STONE Claire Hoffman visitó a Amy en su piso de Londres. El apartamento estaba totalmente desordenado, con comida, ropa sucia y revistas esparcidas, sin control, por el piso.
Amy presentaba un aspecto preocupante: extremadamente delgada y bastante ida, exhibía rascuños y arañazos por brazos y diferentes partes de su enclenque cuerpo.
“Te diré lo que pasa. Mi marido se ha largado de casa”, confesó la cantante al reportero refiriéndose a esa relación tóxica que mantenía con su esposo, Blake Fiedel-Civil, otro tarambana de cuidado. Amy añadió en aquel encuentro:
En otro momento de la entrevista la cantante intenta recuperar el ánimo y habla de su nuevo álbum, de la continuación del bombazo Back to black, de 2006:
Ese disco nunca se publicó.
¿Es cosa del azar que el rock tenga su edad crítica a los 27? Obviamente, sí. Pero existen vasos comunicantes entre todas estas estrellas caídas. Veamos.
El primero de ellos es que el éxito les golpeó muy jóvenes. Con apenas 22 años, Brian Jones ya era el líder de la banda más salvaje del rock and roll, los Rolling Stones.
Luego, ya se sabe, Keith y Mick le birlaron la jefatura. Hendrix apenas era mayor de edad cuando ya le proclamaron como el mejor guitarrista de todos los tiempos. Y 24 años contaba Kurt Cobain cuando editó Nervermind con Nirvana e ignoraba todo lo que se le venía encima…
A la edad en la que cualquier joven se está formando para una carrera laboral ellos ya eran millonarios y soportaban esa losa que tanto quiebra vidas que se llama fama.
Todos los del club de los 27 eran, además, “artistas sensibles”, con lo que comporta ese apelativo. ¿Atormentados? La mayoría de las veces.
¿Inseguros en su genialidad? Seguramente.
¿Viviendo al límite en busca de la esencia artística? También.
Todo este cóctel se convierte en especialmente peligroso cuando se adorna con los estupefacientes, a los que estos héroes tenían en concepto de barra libre.
Finalmente les une algo consustancial a este tipo de personajes de gran fragilidad y unas cuentas corrientes en continua progresión: cuentan con una manada de tiburones alrededor capaces de cualquier cosa con tan de pillar una parte del pastel.
¿Alguien entiende cómo los mánagers y representantes de Amy permitieron a la cantante salir de gira este año cuando sabían que no estaba en condiciones?
¿Necesitaba la cantante ese dinero que le iba a proporcionar la gira europea?
¿O era la codicia de la gente que la rodeaba la que quería su tanto por cierto?
Son cuestiones que cualquiera desde fuera puede hacerse al ver su penosa (ahora que ha muerto hace daño revisarla) actuación de junio pasado en Belgrado.
El 14 de septiembre Amy cumpliría 28 años. No llegará: se quedó en los condenados 27…
Amy Winehouse falleció a la misma edad que Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison… Es el número maldito del rock. Pero, ¿hay alguna razón para esta coincidencia?
Cuentan que un amigo graciosete de Pete Doherty le envió a éste un sms justo el 13 de marzo de 2007. Ese día, el tipo más destroyer del rock contemporáneo cumplía 28 años.
El mensaje decía algo así como:
Tío, si has sobrevivido a los 27 ya puedes relajarte
La anécdota es de lo más macabra, pero no deja de constatar una realidad: que los 27 es la edad maldita del rock and roll. Es verdad, Elvis Presley se fue a los 42 años; el rocoso batería de Led Zeppelin, John Bonham, a los 32; el inigualable príncipe del soul, Otis Redding, a los (¡uy!) 26; nuestro Antonio Vega a los 51; y Keith Richards todavía está entre nosotros…
Todo eso es cierto, pero también que a los 27 nos dejaron grandes como Janis Joplin, Brian Jones, Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Jim Morrison… Amy Winehouse también eligió esa edad. ¿Casualidad?
En el verano de 2008, ya millonaria y en la cima de su carrera musical, el periodista de ROLLING STONE Claire Hoffman visitó a Amy en su piso de Londres. El apartamento estaba totalmente desordenado, con comida, ropa sucia y revistas esparcidas, sin control, por el piso.
Amy presentaba un aspecto preocupante: extremadamente delgada y bastante ida, exhibía rascuños y arañazos por brazos y diferentes partes de su enclenque cuerpo.
“Te diré lo que pasa. Mi marido se ha largado de casa”, confesó la cantante al reportero refiriéndose a esa relación tóxica que mantenía con su esposo, Blake Fiedel-Civil, otro tarambana de cuidado. Amy añadió en aquel encuentro:
Soy joven, pero estoy aburrida. Me siento como si no hubiera nada por lo que merezca la pena vivir
En otro momento de la entrevista la cantante intenta recuperar el ánimo y habla de su nuevo álbum, de la continuación del bombazo Back to black, de 2006:
Estoy trabajando en el próximo disco, pero la cosa va lenta.
Ya tengo una atmósfera musical muy guay. Algunas canciones tienen un rollo muy ska
Ese disco nunca se publicó.
¿Es cosa del azar que el rock tenga su edad crítica a los 27? Obviamente, sí. Pero existen vasos comunicantes entre todas estas estrellas caídas. Veamos.
El primero de ellos es que el éxito les golpeó muy jóvenes. Con apenas 22 años, Brian Jones ya era el líder de la banda más salvaje del rock and roll, los Rolling Stones.
Luego, ya se sabe, Keith y Mick le birlaron la jefatura. Hendrix apenas era mayor de edad cuando ya le proclamaron como el mejor guitarrista de todos los tiempos. Y 24 años contaba Kurt Cobain cuando editó Nervermind con Nirvana e ignoraba todo lo que se le venía encima…
A la edad en la que cualquier joven se está formando para una carrera laboral ellos ya eran millonarios y soportaban esa losa que tanto quiebra vidas que se llama fama.
Todos los del club de los 27 eran, además, “artistas sensibles”, con lo que comporta ese apelativo. ¿Atormentados? La mayoría de las veces.
¿Inseguros en su genialidad? Seguramente.
¿Viviendo al límite en busca de la esencia artística? También.
Todo este cóctel se convierte en especialmente peligroso cuando se adorna con los estupefacientes, a los que estos héroes tenían en concepto de barra libre.
Finalmente les une algo consustancial a este tipo de personajes de gran fragilidad y unas cuentas corrientes en continua progresión: cuentan con una manada de tiburones alrededor capaces de cualquier cosa con tan de pillar una parte del pastel.
¿Alguien entiende cómo los mánagers y representantes de Amy permitieron a la cantante salir de gira este año cuando sabían que no estaba en condiciones?
¿Necesitaba la cantante ese dinero que le iba a proporcionar la gira europea?
¿O era la codicia de la gente que la rodeaba la que quería su tanto por cierto?
Son cuestiones que cualquiera desde fuera puede hacerse al ver su penosa (ahora que ha muerto hace daño revisarla) actuación de junio pasado en Belgrado.
El 14 de septiembre Amy cumpliría 28 años. No llegará: se quedó en los condenados 27…