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Mucho cuidado con el estrés crónico a partir de los 40 que genera…
El estrés crónico puede conducir a la larga al padecimiento de una depresión y favorecer el desarrollo de adicciones, generalmente al tabaco, el alcohol, sustancias feas o a ver marranadas por internet.
El psiquiatra y psicólogo Fernando Sarráis, especialista de la Clínica Universitaria de Navarra, sostiene que
Durante la presentación del libro 'Aprendiendo a vivir: el descanso' (Eunsa), del que Sarráis es autor, el experto aseveró que en muchos casos los aquejados de estrés crónico acaban errando de consulta en consulta sin dar con el origen de sus males.
Las enfermedades psicosomáticas producto del estrés se suelen dar en personas de carácter perfeccionista, muy responsables, autoexigentes, competitivas, voluntariosas, propensas a obsesionarse y con una marcada tendencia a sentirse culpables de las cosas que no funcionan en su entorno.
Cuando el paciente llega al límite de lo soportable es posible que se entregue a actividades poco convenientes, como el consumo excesivo de analgésicos, el juego con apuestas de dinero o las compras compulsivas. Otras veces el sujeto víctima del estrés se entrega a comer dulces o recurre a las cochinadas como forma de evasión.
Para Sarráis, se crea así un círculo vicioso que desemboca en la frustración, que a su vez se trata de contrarrestar con fórmulas de evasión poco gratificantes a largo plazo.
Con todo, el psiquiatra apunta que hay actividades que promueven emociones positivas y neutralizan las negativas.
El ejercicio físico, la visión de películas, el juego, las excursiones, los viajes, las manualidades, la práctica de la jardinería o rodearse de animales de compañía ayudan a liberar el estrés.
Desde el punto de vista afectivo, el cansancio se manifiesta en una «menor atracción afectiva de las cosas agradables, que es como una anestesia de la afectividad». De esta manera, el sujeto tiene serias dificultades para disfrutar y relajarse.
Agotamiento extremo
A veces, en casos de agotamiento extremo, actividades que resultaban gratas se vuelven pesadas.
Ciertas personas demasiado autoexigentes, volcadas en el trabajo y las actividades útiles, deben convencerse, según Sarráis, de que el descanso es un deber, un trabajo más, como comer, dormir o asearse.
Y es que los efectos positivos del descanso se manifiestan en forma de energía y bienestar físico, jovialidad, rapidez de pensamiento y voluntad para acometer nuevos planes.
Según el psiquiatra, los propensos a acumular estrés crónico han de aprender a delegar, aceptar con buen humor el fracaso y la frustración y no hacer depender el prestigio personal de la realización perfecta de tareas. Las prisas son enemigas del descanso.
Las personas con avaricia de tiempo suelen tender a hacer varias cosas a la vez.
Sarráis aconseja a este tipo de individuos apresurados que se persuadan de que, en ocasiones, no hacer nada es muy saludable.
El estrés crónico puede conducir a la larga al padecimiento de una depresión y favorecer el desarrollo de adicciones, generalmente al tabaco, el alcohol, sustancias feas o a ver marranadas por internet.
El psiquiatra y psicólogo Fernando Sarráis, especialista de la Clínica Universitaria de Navarra, sostiene que
Durante la presentación del libro 'Aprendiendo a vivir: el descanso' (Eunsa), del que Sarráis es autor, el experto aseveró que en muchos casos los aquejados de estrés crónico acaban errando de consulta en consulta sin dar con el origen de sus males.
Las enfermedades psicosomáticas producto del estrés se suelen dar en personas de carácter perfeccionista, muy responsables, autoexigentes, competitivas, voluntariosas, propensas a obsesionarse y con una marcada tendencia a sentirse culpables de las cosas que no funcionan en su entorno.
Cuando el paciente llega al límite de lo soportable es posible que se entregue a actividades poco convenientes, como el consumo excesivo de analgésicos, el juego con apuestas de dinero o las compras compulsivas. Otras veces el sujeto víctima del estrés se entrega a comer dulces o recurre a las cochinadas como forma de evasión.
Para Sarráis, se crea así un círculo vicioso que desemboca en la frustración, que a su vez se trata de contrarrestar con fórmulas de evasión poco gratificantes a largo plazo.
Con todo, el psiquiatra apunta que hay actividades que promueven emociones positivas y neutralizan las negativas.
El ejercicio físico, la visión de películas, el juego, las excursiones, los viajes, las manualidades, la práctica de la jardinería o rodearse de animales de compañía ayudan a liberar el estrés.
Desde el punto de vista afectivo, el cansancio se manifiesta en una «menor atracción afectiva de las cosas agradables, que es como una anestesia de la afectividad». De esta manera, el sujeto tiene serias dificultades para disfrutar y relajarse.
Agotamiento extremo
A veces, en casos de agotamiento extremo, actividades que resultaban gratas se vuelven pesadas.
Ciertas personas demasiado autoexigentes, volcadas en el trabajo y las actividades útiles, deben convencerse, según Sarráis, de que el descanso es un deber, un trabajo más, como comer, dormir o asearse.
Y es que los efectos positivos del descanso se manifiestan en forma de energía y bienestar físico, jovialidad, rapidez de pensamiento y voluntad para acometer nuevos planes.
Según el psiquiatra, los propensos a acumular estrés crónico han de aprender a delegar, aceptar con buen humor el fracaso y la frustración y no hacer depender el prestigio personal de la realización perfecta de tareas. Las prisas son enemigas del descanso.
Las personas con avaricia de tiempo suelen tender a hacer varias cosas a la vez.
Sarráis aconseja a este tipo de individuos apresurados que se persuadan de que, en ocasiones, no hacer nada es muy saludable.
