samuel80
Nuev@ Applesan@
No todo el mundo ha tenido la suerte de aprender las normas de cortesía en casa, pero siempre hay tiempo para aprender. Porque podemos ir de punta en blanco, con un traje de cientos de euros (o miles, ya puestos…), peinados a la última, con guantes, sombrero, bufanda, bastón, zapatos de charol y pajarita, que si luego no sabemos manejarnos con soltura en la mesa mal vamos.
¿Cómo se corta el pan o se come el marisco sin parecer Davy Jones? ¿La servilleta al cuello o sobre el pantalón?
Para facilitar un poco la tarea, hemos seleccionado las principales pistas para salir airosos de una cena más formal de lo habitual. Como ya sabéis que me encantan las listas, aquí vamos.
El pan, como Jesucristo. Sí, aunque parezca mentira, hay que cortarlo con las manos, un poco a las bravas. Sólo usaremos el cubierto para abrirlo por la mitad en plan bocata. Nunca jamás lo morderemos directamente de la rebanada (ay madre, no por favor), ni lo cogeremos a pellizquitos (debo reconocer que yo siempre caigo en esto). Hay que procurar no llenar la mesa de migas, así que lo cortaremos sobre el plato del pan, si lo hubiera. Lo de hacer barquitos en las fuentes comunes está prohibido, pero en nuestro plato podemos “hacer lo que queramos” (con moderación, que nos conocemos).
La servilleta, sobre las piernas. La idea es evitar que nos caiga medio plato en el pantalón limpio que tendremos que llevar durante toda la noche.
El marisco… ¡con tenedor! Sí, yo también he alucinado. Pero hay que utilizar cubiertos para comer el marisco. Los moluscos con cáscaras, sacan de la concha con tenedor. También se puede meter la concha en la boca, pero dependerá del grado de formalidad de nuestra cena. El resto del marisco está bien visto que se coma con las manos, excepto si se sirve ya pelado, en cuyo caso deberemos usar el tenedor. Eso sí, después de comer marisco deberemos lavarnos las manos, bien con una toallita impregnada en limón, o con un pequeño bol de agua con limón que ponen en algunos sitios.
La carne, poquito a poco. No cortaremos los filetes por entero antes de comer, sino que los iremos cortando según vayamos comiendo. Esto varía según el lugar del mundo donde estemos, pero por lo general en Europa se aplica así. Siempre trocitos pequeños que no nos obliguen a poner caras raras para tragar y morder.
Con el champán, ¡no apuntes al techo! Si por alguna desgracia te tocara abrir la botella, nada de imitar a Fernando Alonso. Aunque es cierto que este tipo de bebidas suele tener mucha fuerza, tampoco es que sea tanta como para no poder sujetar bien el tapón. Sujetamos bien la botella, a ser posible con un paño limpio, y, después de quitarle el papel de aluminio, vamos girando el tapón despacio, siempre en el mismo sentido, hasta que la propia fuerza de la botella lo empuje hacia fuera. Eso sí, nunca soltaremos el tapón para que salga despedido por el aire.
Calladito estás más guapo. Uno de los puntos más difíciles de una cena es la conversación.
¿De qué hablo, de qué no, y si les aburro, y si me aburren?
Si no se tiene confianza con los demás invitados, es mejor optar por una postura pasiva y permitir que otros lleven el peso de la conversación. En cualquier caso, evitaremos siemrpe las críticas, incluso las inofensivas, porque está considerado un defecto de muy mal gusto en una buena mesa.
¿Cómo se corta el pan o se come el marisco sin parecer Davy Jones? ¿La servilleta al cuello o sobre el pantalón?
Para facilitar un poco la tarea, hemos seleccionado las principales pistas para salir airosos de una cena más formal de lo habitual. Como ya sabéis que me encantan las listas, aquí vamos.
El pan, como Jesucristo. Sí, aunque parezca mentira, hay que cortarlo con las manos, un poco a las bravas. Sólo usaremos el cubierto para abrirlo por la mitad en plan bocata. Nunca jamás lo morderemos directamente de la rebanada (ay madre, no por favor), ni lo cogeremos a pellizquitos (debo reconocer que yo siempre caigo en esto). Hay que procurar no llenar la mesa de migas, así que lo cortaremos sobre el plato del pan, si lo hubiera. Lo de hacer barquitos en las fuentes comunes está prohibido, pero en nuestro plato podemos “hacer lo que queramos” (con moderación, que nos conocemos).
La servilleta, sobre las piernas. La idea es evitar que nos caiga medio plato en el pantalón limpio que tendremos que llevar durante toda la noche.
El marisco… ¡con tenedor! Sí, yo también he alucinado. Pero hay que utilizar cubiertos para comer el marisco. Los moluscos con cáscaras, sacan de la concha con tenedor. También se puede meter la concha en la boca, pero dependerá del grado de formalidad de nuestra cena. El resto del marisco está bien visto que se coma con las manos, excepto si se sirve ya pelado, en cuyo caso deberemos usar el tenedor. Eso sí, después de comer marisco deberemos lavarnos las manos, bien con una toallita impregnada en limón, o con un pequeño bol de agua con limón que ponen en algunos sitios.
La carne, poquito a poco. No cortaremos los filetes por entero antes de comer, sino que los iremos cortando según vayamos comiendo. Esto varía según el lugar del mundo donde estemos, pero por lo general en Europa se aplica así. Siempre trocitos pequeños que no nos obliguen a poner caras raras para tragar y morder.
Con el champán, ¡no apuntes al techo! Si por alguna desgracia te tocara abrir la botella, nada de imitar a Fernando Alonso. Aunque es cierto que este tipo de bebidas suele tener mucha fuerza, tampoco es que sea tanta como para no poder sujetar bien el tapón. Sujetamos bien la botella, a ser posible con un paño limpio, y, después de quitarle el papel de aluminio, vamos girando el tapón despacio, siempre en el mismo sentido, hasta que la propia fuerza de la botella lo empuje hacia fuera. Eso sí, nunca soltaremos el tapón para que salga despedido por el aire.
Calladito estás más guapo. Uno de los puntos más difíciles de una cena es la conversación.
¿De qué hablo, de qué no, y si les aburro, y si me aburren?
Si no se tiene confianza con los demás invitados, es mejor optar por una postura pasiva y permitir que otros lleven el peso de la conversación. En cualquier caso, evitaremos siemrpe las críticas, incluso las inofensivas, porque está considerado un defecto de muy mal gusto en una buena mesa.