La Piedra del Sol: misterios por resolver

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Nuev@ Applesan@
Parte central del monolito de la Piedra del Sol, también llamado Calendario azteca. (Museo nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México

La Piedra del Sol, más conocida como Calendario del Sol, es una de las piezas arqueológicas más importantes del periodo de la cultura Azteca o Mexica. Es “una piedra conmemorativa que captura el tiempo y la cosmovisión del tiempo del Imperio Azteca” y no como se ha pensado, un calendario, mencionó el arqueólogo Eduardo Matus. "Después de 200 años todavía se sigue investigando qué es esta pieza", agregó.

El 26 de agosto pasado, en el auditorio del Museo Nacional de Antropología, el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Eduardo Matos Moctezuma, realizó un ameno recuento de su descubrimiento y compartió algunas certezas logradas por los investigadores del campo.

Según los expertos aún no se precisa la época de construcción de La Piedra del Sol, pero en base a un glifo o cuadrete (en la parte superior) sería el año 13 caña, se piensa que es de la época del tlatoani o rey Axayacatl o de Moctezuma II.

Esta especie de disco monolítico de basalto, con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares, tiene un tamaño de 3,60 metros de diámetro, 122 de espesor y 24 toneladas. Por la descripción de los elementos tallados en la piedra, para Matos Moctezuma es una piedra conmemorativa de un hecho específico: el quinto sol.

En el centro de la piedra, se encuentra una figura del rostro de un hombre; ha habido discusiones sobre lo que representa, pero para Matos Moctezuma representaría el sol, es decir el dios Tonatiuh. Rodeando a esta figura, se encuentran cuatro glifos que representan las cuatro eras, o los cuatro soles anteriores o humanidades según la visión azteca, y dos garras aprisionando corazones.

Los glifos son los siguientes:

El primer sol, con la figura del jaguar. La humanidad desapareció porque monstruos o jaguares devoraron a la gente.

El segundo sol, el viento. Fuertes vientos soplaron sobre la tierra destruyendo todo a su paso y los que no perecieron se convirtieron en monos.

El tercer sol, lluvia o fuego. La lluvia de fuego que arrasó todo a su paso y los que sobrevivieron se volvieron guajolotes (hueyxolotl en nahuatl) o pavos.

El cuarto sol, agua. La humanidad anterior a la actual, fue destruida por el agua y sumergida y sus habitantes se transformaron en peces.

Hacia el exterior de los glifos de los cinco soles están representados los cuatro puntos cardinales. En la siguiente corona o primer anillo, se localizan los pictogramas de los veinte días del calendario sagrado azteca o Tonalpohualli. En el segundo anillo más externo, se describe lo que se cree son los cinco días de la semana; ya en el tercer anillo hay dos serpientes de fuego que rodean todo el conjunto y se encuentran una frente a la otra. En cuanto a las serpientes, no se ha logrado encontrar su significado, pero se supone que son la representación de los opuestos.

El códice Los Anales de Cuautitlan, hace referencia a la visión de los cinco soles o razas, la construcción de humanidades por los dioses, y la fecha 4 temblor, día en el que ha de concluir nuestra actual civilización por movimientos de tierra.

Al final de su exposición el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma leyó un escrito suyo y con esto redondeó su conferencia: “Esta acción de construcción, destrucción, una concepción dialéctica del universo que se expresaba a través de la dualidad y en constante cambio y transformación, quedó plasmada en la piedra con el surgimiento del quinto sol, el sol del hombre Nahual, el nahui ollin cobra forma, en esta piedra a poco más de 200 años de haber vuelto a surgir”.

Aun se resiste a darnos todo su contenido ancestral, capricho de los dioses, dirían unos, medianía de los sabios, dirían otros; pero se opone a los embates de los que quisiéramos penetrar los misterios pétreos y nos quedamos absortos en el umbral de lo desconocido.
 
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