La cámara de Larry Clark sonroja París

Kalibula

Nuev@ Applesan@
La cámara de Larry Clark sonroja París

El Museo de Arte Moderno de la capital francesa expone una retrospetiva del artista estadounidense, obsesionado por la adolescencia más marginal y cruda y que influye en la moda y el cine

No existe en la obra del fotógrafo y realizador Larry Clark (1948, Oklahoma) más que un sólo sujeto, recurrente, frágil y obsesivo: la adolescencia. Sin edulcorar, lejos de la fábrica de Hollywood, esa que Estados Unidos engendra en su marginalidad.

La fragilidad de sus cuerpos devastados es el centro de la retrospectiva Kiss the past hello, que se expone en el Museo de Arte Moderno de París y que ha desatado la polémica por no permitir la entrada a menores de 18 años.

Objeto de portada de Libération, defensor del sexo explícito de la muestra, la trayectoria de medio siglo de Larry Clark ha influido para siempre el séptimo arte, la moda y el arte de EE UU. Desde las incómodas campañas de Calvin Klein con Kate Moss y Brooke Shields, hasta Taxi Driver, de Martin Scorsese, Drugstore Cowboy de Gus Van Sant o Rumble Fish de Francis Ford Coppola.

Jóvenes abandonados

A fin de cuentas, adolescentes en busca de una identidad que se reconocen ya en las primeras instantáneas tomadas en Tulsa, ciudad natal del artista. "Abandonados por la sociedad, con padres poco presentes, drogados, toxicómanos y marginados", explica Sébastien Gokalp, comisario de la muestra, que reúne 200 piezas de Clark, muchas de ellas inéditas.

El director de Kids (1995), Bully (2001) y Ken Park (2002) es "el fotógrafo por excelencia de la contracultura americana y el espejo en el que se miran los jóvenes a la deriva", concepto que más tarde desarrollarían los retratistas Ryan McGinley, Nan Goldin y Ed Templeton.

A medio de camino entre el voyeurismo y la empatía, el trabajo de Clark ayuda, al igual que el arte moderno, a soportar mejor el umbral de lo espantoso, a evolucionar la moral y a obligarnos a ver.

Pero "muchos lo confunden con la pornografía, de ahí que hayamos limitado la entrada a los 18 años", confiesa Gokalp, tras remarcar que "no se trata de eso". ¿Y qué podremos ver? "Todo. Absolutamente todo". Salvaje, brutal, compleja e inevitable. Como la adolescencia misma.
 
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