ikatum
Nuev@ Applesan@
Un amanecer dorado iluminaba las antiguas viviendas cubiertas de buganvillas fucsias de Old Quarter’s, el alba también irradiaba el río Thu Bon, por donde las pequeñas barcas pesqueras subían hacia la costa.
Eran las 5:30 am, la joya de Vietnam, la ciudad de Hoi An, estaba despertando, cuando me acerqué al mercado, sentí los sabores, los sonidos y la energía de Vietnam - la auténtica vida de la gente local.
Saludando al día
Con sonrisas radiantes, las mujeres con sombreros de paja en forma de cono, andaban a lo largo de los caminos, equilibrando largos palos sobres sus hombros, cargados con cestas llenas de verduras, pescados y hasta incluso ocas vivas. La interminable colección de canastas llenas de hierbas cubría el suelo como un manto de vegetación, mientras que el pescado acre y el aroma de las especias impregnaban el aire.
Me paré aquí y una mujer sentada con piernas cruzadas en el suelo, rodeada de frutas exóticas, me ofreció un pequeño chom chom con espinas o rambután, lo probé y parecía ser tan dulce como el litchis.
A las 6:30 am todo estaba en silencio, las barcas pesqueras se retiraban y los barcos más grandes llenos de motos entraban en la costa. Antes que el pueblo se despertara completamente, di un paseo por la calle Dang Banch, donde se encuentra el Puente japonés cubierto (1593), cubierto por un techo. Según la leyenda, el puente se empezó a construir en el año del mono y se terminó de edificar en el año del perro, así que las formas de estos animales están a cada extremo del puente.
Comprar, comprar…
Hoi An es la meca de las compras, con sastrerías bordeando las estrechas calles, algunas personas traen fotos y diseños de ropa para que se las confeccionen, ya que la ropa a medida es muy barata y pueden tenerla lista en menos de 24 horas.
La ciudad no solo exhibe tiendas de ropa, sino también una selección de galerías de arte, cafeterías y restaurantes de alta calidad. El Ly Café 22, dirigido por la Srta. Ly, sirve un arroz frito inolvidable, que ha perdurado desde entonces en mi paladar. Otro de los platos favoritos locales es la Rosa Blanca, hecho a base de camarones al vapor envueltos en papel de arroz con forma de flor.
Otros platos que disfruté fueron el Cau Lau, una sopa de noodles de arroz espesa con brotes y cerdo y Com Ga, un plato de arroz con pollo al vapor y hierbas frescas. En el Cargo Club, una pastelería al estilo francés, disfruté de un café con leche y un pastelito delicioso. Para los amantes de la cerveza, ésta cuesta 50 céntimos o 10.000 dongs vietnamitas.
Tesoros nacionales
Hoi An es considerado patrimonio de la humanidad, fue un popular puerto comercial en el siglo XVII. Vestigios de las culturas chinas, japonesas, portuguesas y francesas siguen siendo evidentes en medio de la colorida arquitectura de este enclave relativamente tranquilo.
Pude ver brevemente la ciudad en un buen momento, desprovista de motocicletas de carreras, las cuales están restringidas varios días y horas a la semana. ¡Qué alivio!, ya que la ciudad tiene alrededor de 24 millones de estas motos que van a toda velocidad por sus calles.
Hoi An era solo una de las paradas de mi viaje de 10 días desde Hanoi a Saigón, a los lugares históricos de Vietnam. El viaje estaba organizado por la agencia de conciencia ecológica y social Travel Indochina, experta en viajes por Asia, ellos te dan a conocer la historia, cultura, belleza natural y gente de esta zona.
Nuestra siguiente aventura fue un viaje de 4 horas conduciendo a lo largo del paso Hai Van en la carretera nacional hacia Hue, ciudad que fue una vez capital durante la dinastía Ngugen en el siglo XIX. Viajamos a lo largo de la panorámica costa del Pacífico que me hacia recordar a Big Sur de California, con la llamativa cadena de montañas envolviéndose en las aguas. Sin embargo, la diferencia estaba en las tierras de cultivo cribadas con arrozales, acentuadas por coloridas flores de loto y niños montados sobre búfalos andando junto a la carretera.
Hicimos una parada de 30 minutos en la travesía de Hoi An, al sur de Danang, en las imponentes montañas de mármol, donde subimos unos 200 escalones de piedra y mármol, por cierto un poco resbaladizo al bajar. Un Buda y un buda femenino (la diosa de la misericordia) de proporciones épicas nos esperaban en medio del fuerte aroma a incienso que llenaba las pagodas decoradas.
Una cueva allí escondida (antiguamente un hospital para el Viet Cong durante la Guerra de Vietnam) fue lo más memorable, con una cascada de luz cayendo a través de la abertura superior que creaba un efecto surrealista y místico.
Lo más destacado de Hue
Finalmente llegamos a Hue, el sol brillaba intensamente en el Río Perfume, que tomó dicho nombre de la fragancia de jengibre salvaje que fluye en la cercana zona boscosa.
Esta ciudad de pagodas, palacios, tumbas y 130 templos budistas sobrevivió a la destrucción de los conflictos con los franceses y los Estados Unidos. La ciudadela rodeada de fosos, construida en 1804, ha mantenido su belleza a pesar de la destrucción de la guerra.
Caminamos por los pasillos ceremoniales, los jardines y frente a la Ciudad Prohibida, que antiguamente se reservaba para la intimidad del emperador, pero que ahora está abierta al público. Nuestra siguiente parada fue la Tumba de Tu Duc, al borde de un lago con nenúfares. No obstante, el lugar más impresionante fue la Tumba de Khai Dinh, nombrado como sucesor del emperador a principios del siglo XX, la cual tiene una grandiosa escalinata esculpida y un patio lleno de soldados de piedra vigilando la tumba.
Mientras caminaba de regreso al hotel, descubrí un centro cultural, XQ Co Do (establecido en abril de 1994), donde unas jóvenes demostraban el arte del bordado de seda vietnamita, que por cierto en los últimos años ha decaído bastante. Luego me relajé en un spa adyacente al Hotel Huong Giang, con un masaje de pies y piernas por el precio de 5 euros.
Después de Hue, volamos a Hanoi, la capital de Vietnam, donde se celebrababa su 1000 cumpleaños. La ciudad promociona mucha historia, desde el mausoleo Ho Chi Minh donde se encuentra el cuerpo del antiguo líder comunista, el cercano Palacio Presidencial, el museo Ho Chi Minh, hasta el Templo de Literatura de Confucio del siglo XII.
Hanoi tiene seis millones de personas y un enjambre de tres millones de motos, las cuales tuve que evitar constantemente, ¡mientras rezaba!
La belleza de la Bahía de Halong
El punto culminante de mi viaje por las ciudades históricas de Vietnam fue la maravilla natural y patrimonio de la humanidad, Bahía de Halong, en el Golfo de Tonkin. A tan solo 4 horas al este de Hanoi, la Bahía de Halong me llevó a un lugar mágico de 3.000 islas de piedra caliza, formadas por sedimentos del mar de millones de años atrás, sobresaliendo de las aguas color esmeralda. Sin embargo, la leyenda cuenta que el movimiento de la cola de un dragón esculpió estas magníficas islas.
Nuestro grupo pasó la noche en un junco, similar a una enorme embarcación de madera, la cual se deslizaba por la bahía mientras nos relajábamos a bordo, observando unas grutas y cuevas impresionantes. Mientras visitábamos una de las cuevas, estaba maravillada por las enormes estalactitas talladas por el agua a lo largo de millones de años y la amplitud de los túneles, que hacía que la cueva pareciera más como un submundo fantástico, como si se estuviera “En busca del arca perdida”.
Más tarde, el grupo se puso el traje de baño y saltó alegremente en las aguas frías y claras para aliviar el calor.
Durante el desayuno de la mañana siguiente, mi paladar degustó el sabor dulce y fresco de la piña y la papaya, lo cual fue suficiente para darme energía para el viaje de regreso a Hanoi.
Mientras contemplaba las aguas cristalinas, me di cuenta de lo agradecida que estaba por encontrarme lejos de cualquier recuerdo de la guerra, de los zumbidos de las motos, y de la vida frenética de la ciudad. Todo era muy pacífico y tranquilo en medio de las creativas esculturas y el paisaje de la madre naturaleza.
LA BELLEZA DEL GOLFO DE TONKIN: Una vista aérea de las islas de la Bahía Halong; la leyenda dice fue creada por un dragón que agita su cola. (Beverly Mann)
Eran las 5:30 am, la joya de Vietnam, la ciudad de Hoi An, estaba despertando, cuando me acerqué al mercado, sentí los sabores, los sonidos y la energía de Vietnam - la auténtica vida de la gente local.
ISLA DE MAGIA: El ajuste dramático de Bahía Halong, un sitio de Patrimonio universal de UNESCO. (Beverly Mann)
Saludando al día
Con sonrisas radiantes, las mujeres con sombreros de paja en forma de cono, andaban a lo largo de los caminos, equilibrando largos palos sobres sus hombros, cargados con cestas llenas de verduras, pescados y hasta incluso ocas vivas. La interminable colección de canastas llenas de hierbas cubría el suelo como un manto de vegetación, mientras que el pescado acre y el aroma de las especias impregnaban el aire.
Me paré aquí y una mujer sentada con piernas cruzadas en el suelo, rodeada de frutas exóticas, me ofreció un pequeño chom chom con espinas o rambután, lo probé y parecía ser tan dulce como el litchis.
A las 6:30 am todo estaba en silencio, las barcas pesqueras se retiraban y los barcos más grandes llenos de motos entraban en la costa. Antes que el pueblo se despertara completamente, di un paseo por la calle Dang Banch, donde se encuentra el Puente japonés cubierto (1593), cubierto por un techo. Según la leyenda, el puente se empezó a construir en el año del mono y se terminó de edificar en el año del perro, así que las formas de estos animales están a cada extremo del puente.
Comprar, comprar…
¡SALUDOS! Una sonrisa encantadora acompaña a las verduras en el Hoi, un mercado. (Beverly Mann)
Hoi An es la meca de las compras, con sastrerías bordeando las estrechas calles, algunas personas traen fotos y diseños de ropa para que se las confeccionen, ya que la ropa a medida es muy barata y pueden tenerla lista en menos de 24 horas.
La ciudad no solo exhibe tiendas de ropa, sino también una selección de galerías de arte, cafeterías y restaurantes de alta calidad. El Ly Café 22, dirigido por la Srta. Ly, sirve un arroz frito inolvidable, que ha perdurado desde entonces en mi paladar. Otro de los platos favoritos locales es la Rosa Blanca, hecho a base de camarones al vapor envueltos en papel de arroz con forma de flor.
Otros platos que disfruté fueron el Cau Lau, una sopa de noodles de arroz espesa con brotes y cerdo y Com Ga, un plato de arroz con pollo al vapor y hierbas frescas. En el Cargo Club, una pastelería al estilo francés, disfruté de un café con leche y un pastelito delicioso. Para los amantes de la cerveza, ésta cuesta 50 céntimos o 10.000 dongs vietnamitas.
Tesoros nacionales
Hoi An es considerado patrimonio de la humanidad, fue un popular puerto comercial en el siglo XVII. Vestigios de las culturas chinas, japonesas, portuguesas y francesas siguen siendo evidentes en medio de la colorida arquitectura de este enclave relativamente tranquilo.
Pude ver brevemente la ciudad en un buen momento, desprovista de motocicletas de carreras, las cuales están restringidas varios días y horas a la semana. ¡Qué alivio!, ya que la ciudad tiene alrededor de 24 millones de estas motos que van a toda velocidad por sus calles.
Hoi An era solo una de las paradas de mi viaje de 10 días desde Hanoi a Saigón, a los lugares históricos de Vietnam. El viaje estaba organizado por la agencia de conciencia ecológica y social Travel Indochina, experta en viajes por Asia, ellos te dan a conocer la historia, cultura, belleza natural y gente de esta zona.
Nuestra siguiente aventura fue un viaje de 4 horas conduciendo a lo largo del paso Hai Van en la carretera nacional hacia Hue, ciudad que fue una vez capital durante la dinastía Ngugen en el siglo XIX. Viajamos a lo largo de la panorámica costa del Pacífico que me hacia recordar a Big Sur de California, con la llamativa cadena de montañas envolviéndose en las aguas. Sin embargo, la diferencia estaba en las tierras de cultivo cribadas con arrozales, acentuadas por coloridas flores de loto y niños montados sobre búfalos andando junto a la carretera.
Hicimos una parada de 30 minutos en la travesía de Hoi An, al sur de Danang, en las imponentes montañas de mármol, donde subimos unos 200 escalones de piedra y mármol, por cierto un poco resbaladizo al bajar. Un Buda y un buda femenino (la diosa de la misericordia) de proporciones épicas nos esperaban en medio del fuerte aroma a incienso que llenaba las pagodas decoradas.
Una cueva allí escondida (antiguamente un hospital para el Viet Cong durante la Guerra de Vietnam) fue lo más memorable, con una cascada de luz cayendo a través de la abertura superior que creaba un efecto surrealista y místico.
Lo más destacado de Hue
Finalmente llegamos a Hue, el sol brillaba intensamente en el Río Perfume, que tomó dicho nombre de la fragancia de jengibre salvaje que fluye en la cercana zona boscosa.
Esta ciudad de pagodas, palacios, tumbas y 130 templos budistas sobrevivió a la destrucción de los conflictos con los franceses y los Estados Unidos. La ciudadela rodeada de fosos, construida en 1804, ha mantenido su belleza a pesar de la destrucción de la guerra.
Caminamos por los pasillos ceremoniales, los jardines y frente a la Ciudad Prohibida, que antiguamente se reservaba para la intimidad del emperador, pero que ahora está abierta al público. Nuestra siguiente parada fue la Tumba de Tu Duc, al borde de un lago con nenúfares. No obstante, el lugar más impresionante fue la Tumba de Khai Dinh, nombrado como sucesor del emperador a principios del siglo XX, la cual tiene una grandiosa escalinata esculpida y un patio lleno de soldados de piedra vigilando la tumba.
Mientras caminaba de regreso al hotel, descubrí un centro cultural, XQ Co Do (establecido en abril de 1994), donde unas jóvenes demostraban el arte del bordado de seda vietnamita, que por cierto en los últimos años ha decaído bastante. Luego me relajé en un spa adyacente al Hotel Huong Giang, con un masaje de pies y piernas por el precio de 5 euros.
Después de Hue, volamos a Hanoi, la capital de Vietnam, donde se celebrababa su 1000 cumpleaños. La ciudad promociona mucha historia, desde el mausoleo Ho Chi Minh donde se encuentra el cuerpo del antiguo líder comunista, el cercano Palacio Presidencial, el museo Ho Chi Minh, hasta el Templo de Literatura de Confucio del siglo XII.
Hanoi tiene seis millones de personas y un enjambre de tres millones de motos, las cuales tuve que evitar constantemente, ¡mientras rezaba!
La belleza de la Bahía de Halong
El punto culminante de mi viaje por las ciudades históricas de Vietnam fue la maravilla natural y patrimonio de la humanidad, Bahía de Halong, en el Golfo de Tonkin. A tan solo 4 horas al este de Hanoi, la Bahía de Halong me llevó a un lugar mágico de 3.000 islas de piedra caliza, formadas por sedimentos del mar de millones de años atrás, sobresaliendo de las aguas color esmeralda. Sin embargo, la leyenda cuenta que el movimiento de la cola de un dragón esculpió estas magníficas islas.
Nuestro grupo pasó la noche en un junco, similar a una enorme embarcación de madera, la cual se deslizaba por la bahía mientras nos relajábamos a bordo, observando unas grutas y cuevas impresionantes. Mientras visitábamos una de las cuevas, estaba maravillada por las enormes estalactitas talladas por el agua a lo largo de millones de años y la amplitud de los túneles, que hacía que la cueva pareciera más como un submundo fantástico, como si se estuviera “En busca del arca perdida”.
Más tarde, el grupo se puso el traje de baño y saltó alegremente en las aguas frías y claras para aliviar el calor.
Durante el desayuno de la mañana siguiente, mi paladar degustó el sabor dulce y fresco de la piña y la papaya, lo cual fue suficiente para darme energía para el viaje de regreso a Hanoi.
Mientras contemplaba las aguas cristalinas, me di cuenta de lo agradecida que estaba por encontrarme lejos de cualquier recuerdo de la guerra, de los zumbidos de las motos, y de la vida frenética de la ciudad. Todo era muy pacífico y tranquilo en medio de las creativas esculturas y el paisaje de la madre naturaleza.