KronosX
Nuev@ Applesan@
Aunque lo parezca, Apple no es solamente Steve Jobs. Como Roma no fue solo Rómulo o Julio César, y no desapareció cuando estos personajes faltaron (mitológico uno, real el otro), la compañía de la manzana puede sobrevivir a Steve Jobs si este debe prolongar su ausencia o retirarse. Aún es una pregunta que muchos se hacen, y aunque Apple lo va a pasar mal cuando su cara pública más conocida (la única que ven de la compañía la mayoría de los mortales) pase a un segundo plano, Jobs no es el único que trabaja en Cupertino ni mucho menos.
Puede que Jobs haya sido el motor principal de la filosofía de Apple, y que durante años haya decidido qué producto (tanto hardware como software) hay que sacar adelante, y qué áreas deben investigarse, pero como todo gran genio (que lo es), también ha creado discípulos que están tan o más preparados que él para tomar las riendas. Quienes pensaban que la filosofía se acababa en Sócrates tienen un buen ejemplo en su discípulo Platón, pero es que este a su vez engendró otro genio, Aristóteles, quien a su vez enseñó a otro genio de su tiempo (aunque este en un campo diferente): Alejandro Magno. La historia está llena de genios que, a su vez, dejan otro reguero de genios de igual o mayor calado tras sus pasos.
Pero es que, además, Jobs no trabaja solo. No podría, es algo inconcebible. Sí, puede ser que un “consejo de sabios” formado por los directivos de Apple tome las decisiones de qué fabricar o en qué campo no meterse, pero estos también forman a día de hoy el espíritu de la empresa, y tienen forzosamente que estar tan o más preparados que Jobs para tomar las riendas. Y el bueno de Steve tampoco se arremanga y hace los desarrollos físicamente, esto lo llevan a cabo ingenieros y especialistas dentro de la compañía, pero no él.
Apple puede funcionar sin Jobs, aunque perderá su cara pública, la superestrella mediática que hoy encabeza todas y cada una de sus presentaciones de producto, capaz de movilizar a los medios de comunicación y salir en ellos cuando otras presentaciones de compañías tan o más importantes como Microsoft u Oracle, no llegan a los medios generalistas y se quedan en los especializados.
Los inversores lo saben, y es por ello que, pese a sus últimas ausencias médicas, las acciones de la compañía siguen subiendo al mismo ritmo al que presenta superéxitos de ventas como el iPad.
Si, sin duda algo van a penalizar a Apple cuando Jobs decida retirarse definitivamente (aunque creo y espero que aún le queda cuerda para rato), pero van a ser solamente una porción de pequeños inversores desconocedores de la realidad del mercado.
Apple es más que Jobs, es -en mi opinión- un puñado de genios que tienen lo que hay que tener muy bien puesto para lanzar al mercado gádgets que nadie más se atreve a lanzar pese a que lo tengan de su mano* y que, además, lo saben hacer tan bien hecho que gusta a una mayoría. Aunque, para ello, también tengan que dejar ciertas funcionalidades que podríamos considerar indispensables, para una segunda generación (véase el iPhone 3G). Y es que, de vender, también saben un rato.
Sí habrá un momento en el que Apple podrá correr peligro: su ritmo de crecimiento tendrá que encontrar techo un día u otro, es algo natural. Entonces, que nadie se lo achaque a la ausencia de Jobs, aunque es seguro que habrá quien relacionará ambos hechos.
Puede que Jobs haya sido el motor principal de la filosofía de Apple, y que durante años haya decidido qué producto (tanto hardware como software) hay que sacar adelante, y qué áreas deben investigarse, pero como todo gran genio (que lo es), también ha creado discípulos que están tan o más preparados que él para tomar las riendas. Quienes pensaban que la filosofía se acababa en Sócrates tienen un buen ejemplo en su discípulo Platón, pero es que este a su vez engendró otro genio, Aristóteles, quien a su vez enseñó a otro genio de su tiempo (aunque este en un campo diferente): Alejandro Magno. La historia está llena de genios que, a su vez, dejan otro reguero de genios de igual o mayor calado tras sus pasos.
Pero es que, además, Jobs no trabaja solo. No podría, es algo inconcebible. Sí, puede ser que un “consejo de sabios” formado por los directivos de Apple tome las decisiones de qué fabricar o en qué campo no meterse, pero estos también forman a día de hoy el espíritu de la empresa, y tienen forzosamente que estar tan o más preparados que Jobs para tomar las riendas. Y el bueno de Steve tampoco se arremanga y hace los desarrollos físicamente, esto lo llevan a cabo ingenieros y especialistas dentro de la compañía, pero no él.
Apple puede funcionar sin Jobs, aunque perderá su cara pública, la superestrella mediática que hoy encabeza todas y cada una de sus presentaciones de producto, capaz de movilizar a los medios de comunicación y salir en ellos cuando otras presentaciones de compañías tan o más importantes como Microsoft u Oracle, no llegan a los medios generalistas y se quedan en los especializados.
Los inversores lo saben, y es por ello que, pese a sus últimas ausencias médicas, las acciones de la compañía siguen subiendo al mismo ritmo al que presenta superéxitos de ventas como el iPad.
Si, sin duda algo van a penalizar a Apple cuando Jobs decida retirarse definitivamente (aunque creo y espero que aún le queda cuerda para rato), pero van a ser solamente una porción de pequeños inversores desconocedores de la realidad del mercado.
Apple es más que Jobs, es -en mi opinión- un puñado de genios que tienen lo que hay que tener muy bien puesto para lanzar al mercado gádgets que nadie más se atreve a lanzar pese a que lo tengan de su mano* y que, además, lo saben hacer tan bien hecho que gusta a una mayoría. Aunque, para ello, también tengan que dejar ciertas funcionalidades que podríamos considerar indispensables, para una segunda generación (véase el iPhone 3G). Y es que, de vender, también saben un rato.
Sí habrá un momento en el que Apple podrá correr peligro: su ritmo de crecimiento tendrá que encontrar techo un día u otro, es algo natural. Entonces, que nadie se lo achaque a la ausencia de Jobs, aunque es seguro que habrá quien relacionará ambos hechos.